miércoles, 6 de enero de 2010

Un claro intento



Otro pequeño habitante de aquel mítico y sublime lugar causante de esta enfermiza adicción.

16.236 segundos bastaron para desmembrar lenta y delicadamente a esa infeliz, absurda como desgraciada farsa; el patético tumor que había eclipsado la luna y el sol había desaparecido de mi mente, de mis pensamientos, de mis ideas y de mi pequeño pero aún valioso intento de libertad; mi vida cambió drásticamente desde que sobreviví físicamente a la presencia de Eleonora, ya no vivo donde vivía antes, ya no como lo que comía antes y definitivamente ya no veo lo que veía antes.

La terrible desgracia que ha aturdido la tranquilidad de mis prójimos sangre de mi sangre significa para mí un nuevo amanecer, aunque mediocre, sé que es la medalla que nunca acariciarán mis progenitores, resignación, lamentablemente en su caso sí lo es; sin embargo y en otros titulares, intuyo que la inmoralidad no es lo que me vendió aquella patética lavandería en donde mi cerebro fue remojado, lavado, enjuagado y centrifugado, no quise secarlo y es que si lo hacía no me alcanzaba para el chocorramo y el día en el que no abriera ese plástico 80% naranja perdería lo que me quedaba de la llamada identidad nacional. En fin, bien que me acuerdo de esas tardes de lavado en un sótano de balcones en el centro de una ciudad de incontables situaciones podridas, aquella lavandería era pequeña pero lo suficientemente espaciosa para aguardar a las señoras y a mi persona, nos reuníamos a contemplar nuestras vidas marchitándose para luego sufrir un esperanzador renacer una vez se acabara el ciclo; sin embargo, todo empezaba again una vez insertábamos las monedas en esas maquinitas modernas mientras nuestras desgracias, era la única que pensaba eso, estaban ambientadas por el olor a Soflan, yo únicamente usaba FAB porque mi mamá siempre lo usó y lo que se hereda no se hurta, las otras usaban Ariel y siempre fui un poco discriminada por usar ese FAB pero una tradición es una tradición y esos asuntos no tienen discusión. Recordando, recordando, mientras una empezaba a engrandecer su desgraciado ego permitiendo que su hijo modelo fuera aclamado por la multitud como un hombre honesto, buen mozo -siempre lo quise conocer- con títulos, subtítulos y viñetas, creo que hasta algunos comprados al vecino del 203, todavía tengo la leve sospecha de que en ese edificio vivía el 80% de los corruptos de la cuadra, entonces yo pensaba como sería la vida si no me “matara” estudiando y simplemente un día con un toc toc a cuánto es la vuelta me ganara mi futuro, pero bueno eran pensamientos solo eso que se inspiran en las pasiones como aquellas que despertaba Jacinta, con una oratoria heredada directamente del führer de la raza aria complacía a las mojigatas con un discurso orgásmico al que fácilmente llegaban pues era evidente la falta de buen sexo, esto por supuesto era atribuido a sus desertores esposos resignados ante la actitud santurrona de sus hipócritas parejas las cuales preferían satisfacerse mutuamente entre mitómanas puritanas a disfrutar del insaciable apetito carnal y lo mejor de la vida terrenal. Para hacer mi existencia aún más desgraciada, lo sé porque en algunos segundos en los que mi vista queda obstruida por mis párpados, todavía las veo e inmediatamente siento que ya no puedo hablar y a veces ni me puedo mover, es una verdadera pesadilla, ¡aún las veo!, cada segundo con ellas era algo sombrío; otra cosa que detestaba era ese monopolio de poder en manos de Jacinta, ella era la que empezaba, la líder y dictadora la muy embustera, lo más perturbador era que envidiaba su don el que aún busco porque estoy segura que hace unos años por descuidada lo extravíe. Y en esas duraba los 85 minutos, en una conversa que admito por momentos era amena dejándome seducir por la mierda del conformismo camuflado en lo que llaman realidad, afortunadamente mis tímpanos no soportaban ese tono de voz agudo y exasperante, entonces volvían a despertarme cruelmente y mis ojos ya con síntomas de una miopía intelectual -cada cual con sus deseos surrealistas- transformaban las amargadas patas de gallina por unos hostiles pliegues alrededor no solo del contorno de los ojos sino que además se les sumaban los verticales que empiezan en las fosas nasales para luego desplazarse alrededor de la boca y aseguro, esas fueron las líneas de expresión más aterradoras y entretenidas que jamás he visto. Y así terminaba mi día no sin antes empezar a sentir que muy pronto iba desarrollar una dependencia por la depresión a causa de ese vacío el cual atrevidamente me invadía todos los lunes y jueves a las 6:30 p.m.; esto me confirmó el inquietante presentimiento sobre una innata vocación autodestructiva, alguien que irremediablemente carece de autoestima, automotivación, autosuperación, pues si hubiera tenido esos y otros autos más hubiera salido corriendo de ese tibio lugar aquel fatídico primer lunes 28 de febrero, entre otras cosas para mí los años no cuentan, entonces si fue en el 75 o el 00 me da igual desde que tengo memoria hay una guerra declarada contra los años no me meto con los meses ni con los días, todo bien con ellos.
Esos eran los recuerdos de mi existencia hasta aquel día de marzo momento determinado para mi nuevo renacer, desde ese entonces esa sería la fecha en la que iba a celebrar mis nuevos aniversarios; fui a visitar a Eleonora, mi recomendado de la semana, en la Inmaculada esa que queda en la 7ª con 68, era la segunda vez, la primera fui con mis padres y no tenía ni idea quién era la Inmaculada a la que íbamos a visitar, que buenos y subvalorados días; ese 17 me sentía más idiota que nunca, mediocre un poco más que hoy y patética tanto o igual que al día, con una evidente apatía hacia la esperanza, la felicidad y los sumisos mortales y como no nací en el Olimpo, aunque me cueste decirlo, vivo mi autogenerada sumisión pero solo esa; cambio el alentador comentario y vuelvo a Eleonora, todavía me cuesta recordarlo porque casi ya no me quedan recuerdos vigentes de mi vida pre 17 de marzo, sabía cómo era ella antes, antes de ser encerrada, antes de ser sedada, antes de ser catalogada como peligrosa, antes de despertar fastidio, antes de ser objeto de crueles burlas, antes cuando yo le decía tía, tiempos felices para sus hermanos, para sus cuñados, para sus sobrinos, para la sociedad, tiempos conformistas, somos humanos tentados a la resignación, padecemos de amnesias afectivas, todos sabemos que la felicidad hay que lucharla, hay que llorar, sudar para conseguirla y lo más importante para valorarla; sentía culpa, remordimiento pero no compasión al fin y al cabo el lavado de cerebro había funcionado, el resto de basura suma, no solo iba a esa lavandería, fui al colegio, luego a la universidad, escuchaba a mis señores padres, a mis hermanos, a mis amigos, a la gente en el bus, la televisión me crió y el internet luego llegó. ¿Cómo la vi? Desequilibrada, perdida, un desastre, los ojos siempre a punto de salírsele, una tembladera que la incapacitaba más que su propia situación y una alegría indescriptible, cuando no se pone agresiva, nunca lo ha sido conmigo, es una persona cariñosa, pendiente de su familia ¿cómo va la universidad?, ¡que orgullosa estoy de mi sobrina! -efecto del Risperdal- ¿cómo están todos en la casa?, ¿todo va bien?, ¡gracias a Dios todos están bien!, como siempre cuando uno está incomodo responde amablemente a esas trivialidades intentando amenizar el clima; pasamos media hora en esas y de repente sentí como ese intolerable vacío, aquel de reputación indestructible, era invadido discretamente, debe ser  esa  sensación que proclaman los libros sagrados como el estado de paz. Desde ahí todo fue esperanza, hablaba un poco nerviosa pero cálida, era frustrante ver cómo pueden arruinar la vida de una persona de esa manera, intentándole dar “calidad” porque simplemente no es capaz de controlar sus impulsos, de callar la verdad que siempre nos han tapado, de hacer lo que siempre había reprimido inconscientemente, de decir no más, no quiero más ataduras, quiero vivir mi utopía lejos de la asesina opresión; nunca nadie supo cómo empezó su nueva vida, todos dicen, como las leyendas, fue de un momento a otro, es obvio de un momento a otro como cuando uno se acuesta a las 9 :00 y se levanta a las 7:00.
Es libertad dejar de creer en la verdad, es valentía no dejarse intimidar por la tiranía de las lacras, es paz dejar de pensar que la moral y la ética ya están dichas, es amar luchar por la felicidad, es sabiduría desnudar la mente y es que Eleonora y yo ya no sabemos donde vivimos, para los del otro lado estamos registradas cada una en un cuarto en la 7ª con 68, pero todos acá saben que esas son otras, porque un día vivo en un árbol, el único en medio de un paisaje tan hermoso como los ojos del hijo que soñaba tener algún día en mis brazos, desde aquel gigante veo el atardecer y siento como esa inmensa bola de fuego acaricia cada centímetro de mi libre piel, otro día puedo bañarme en aquella cascada de agua cristalina al lado de una pequeña cueva en la que paso las noches escribiéndole a mi eterno amado versos sin sentido pero con una pasión que solo el amor profundo e infinito puede inspirar; sí, también puedo sentir como aún estoy con mi madre caminando por un desierto a la luz de la luna e iluminado por esos pequeños astros que nos guían hacia la inmortalidad. Ya nosotras sabemos todo de allá, todo encaminado hacia lo vacío, tan material, rutinario, miserable y ridículo, tanto por ver pero los entes tan sedados ya sin la mínima posibilidad de despertar, tanto por apreciar pero tan impedidos para disfrutar, tanta soberbia que es imposible rescatar, tan desdichados que alardean vivir amores sin ni siquiera haber estado cerca de encontrar y mucho menos sentir lo perfecto y único del incondicional e indestructible amor. Seguiremos caminando fieles en la lucha por la libertad del alma, esas ideas, esos pensamientos sin obstáculo alguno, el único aire que necesitamos, esa es la vida, esa es mi ética y mi moral.